sábado, 6 de noviembre de 2010

Los absurdos de la seguridad en la visita del Papa a España


La visita de Benedicto a España ha levantado mucho polvo. Especialmente la valiente y decidida campaña Yo no te espero (Eu nom te espero) que ha denunciado el trato especial que se le da a la visita referida, invirtiendo fondos públicos (de todos los contribuyentes, católicos o no) en los distintos aspectos que cubren los gastos de un personaje que no se cansa de criticar las políticas de Gobiernos que visita y de pretender que se aplique su moral parcializada y retrógrada a todos los seres humanos, sin importar sus creencias.

En esta entrada me referiré especialmente al tema del gasto en seguridad que es exagerada y, desde una aplicada lógica cristiana, verdaderamente absurda. Según El País.com

"Unos 6.000 agentes de uniforme y de paisano llenan las calles, los helicópteros llevan días de vigilancia, las alcantarillas del centro están selladas. A partir de esta misma noche el acceso para vehículos al casco antiguo (que normalmente es restringido) se prohíbe por completo durante 24 horas."


Dejando de lado que obviamente el gasto de la seguridad se vería mejor aplicada en verdaderas necesidades que, no dudo, tendrán los españoles ¿alguien nota lo absurdo de darle seguridad al enviado de Dios?

Primer absurdo: nada pasa si Dios no lo quiere ergo si algo le ocurriera a Benedicto es por que Dios lo ha preestablecido. Siendo así, de nada sirve tanto gasto ya que Dios lo ha considerado oportuno y, haya o no seguridad, ocurrirá. El gasto aplicado a seguridad resulta ser absurdo desde esa lógica.

Segundo absurdo: Benedicto debería confiar en que su seguridad está cuidada por Dios y su séquito de ángeles y, en todo caso, debería de aceptar su destino si algo le llegara a ocurrir ya que como ha quedado establecido anteriormente, nada pasa en la Tierra (mucho menos al enviado de Dios) si el Todopoderoso no lo permite.

Tercer absurdo: si algo le pasara (por ejemplo, si Dios le llamara con El) ¿acaso no es ese el Plan de Dios?, ¿por qué su enviado trataría de evitarlo con tanta seguridad?, ¿acaso no confía su destino a su Dios? y, en todo caso ¿no es eso lo que pregonan como la máxima de las felicidades: morirse e irse al Paraíso? bueno, a no ser que considere que su entrada no está segura...

Recuerden, la Iglesia aplica el razonamiento de haz lo que digo, no lo que hago. Confiar en Dios y sus designios está bien para el púlpito, no para la práctica...