jueves, 4 de marzo de 2010

LOS TERREMOTOS SON CASTIGO DE DIOS


La historia mítica de Sodoma y Gomorra, en la que el dios Jehová hizo llover fuego ya azufre, sigue viva en la mente de muchos religiosos. Con frecuencia los religiosos acuden al argumento de la "ira de Dios" para oponerse a medidas liberales como los anticonceptivos, el aborto en casos de violación, el matrimonio homosexual, la eutanasia de libre elección, y la retirada de la religión como asignatura escolar.

Ya Pat Robertson había achacado el devastador terremoto del pasado 12 de enero en Haití a un supuesto pacto con el diablo hecho por haitianos en 1804. Ahora el turno, para infundir temores medievales y decir estupideces, le correspondió al arzobispo de León en México. El prelado José Guadalupe Martín Robayo relacionó las catástrofes naturales con "las iniciativas de ley que afectan la base de la sociedad como es la familia", haciendo clara referencia al matrimonio homosexual que fue aprobado en el Distrito Federal

En rueda de prensa el líder católico afirmó que: “Ante la violencia, el odio, la venganza y la muerte, ante las iniciativas de ley que afectan la base de la sociedad como es la familia, ante la inseguridad y el sufrimiento de tantas personas es bueno meditar los signos de los tiempos y preguntarnos con los terremotos, las lluvias, las inundaciones, ¿no nos estará hablando el señor?, ¿qué nos está diciendo con todo esto?”

Ignora el arzobispo de la ciudad más poblada de Guanajuato, que los terremotos más graves que han acontecido en lo corrido de este año se han dado en países que no tienen legalizado el matrimonio homosexual. Es más, en Chile, el presidente electo Sebastián Piñera, pactó con los evangélicos prohibir esta unión civil, al igual que la eutanasia y cualquier tipo de aborto.

"¿No nos está hablando el señor?" Preguntó el ensotanado. Claro que no. Los terremotos son fenómenos naturales que tienen que ver con la estructura de la corteza terrestre. Siempre se han presentado, aún antes que el priemer homínido pisara la tierra o se hamacara en la ramas de los árboles, y se seguirán dando mientras las placas tectónicas se sigan desplazando.

Nada le importan a las fallas geológicas las prácticas copulativas y los sentimientos románticos de unos primates recien llegados al planeta, al igual que poco le debería importar a la iglesia lo que los ciudadadanos que no son católicos hacen bajo las cobijas. Debería si importarles el "terremoto" de inmoralidad que muchos de sus sacerdotes han hecho con menores de edad.

No nos está hablando el Señor, porque de existir y poderse expresar con la especie humana, encontraría una forma más ética para dar a conocer sus deseos, sin que paguen justos por inocentes, y que no deje duda de su mensaje, ni de su benevolencia.

Se hace urgente que alguién le haga llegar a Monseñor un libro de climatología y otro de geología, para que el prelado comprenda porque se produce la lluvia, las temporadas invernales, las subsecuentes inundaciones y también los terremotos. O más simplemente que le envién a su correo los enlaces sobre estos temas que hay en la Wikipedia, para que deje de decir tantas estupidices en pleno siglo XXI. ¿Qué es eso de que dios nos habla por la lluvia? Esto es la caverna.

¿Que nos está diciendo con todo esto?, continuó monseñor. Pues nada. Lo que esta declaración si nos dice es que la religión es una gran tranca para le mente. No veo ninguna diferencia entre estas declaraciones con las que hacían los antiguos aborígenes del Pacífico Sur en el que veían en cada erupción volcánica una manifestación de la ira de sus dioses. Esta declaración nos dice que la moral que la ICAR quiere imponer es una basada en el temor al castigo, y que un requisito para ser un alto jerarca de la Iglesia es ser un caradura y desear contra viento y marea imponer su moral a toda nación donde tengan Conferencia Episcopal, sin importar que no todos estén de acuerdo con sus postulados.

Y claro quedaría que de haber un dios castigador empezaría con las sedes eclesiásticas de la Iglesia que ocultaron y protegieron a Marcial Maciel y Nicolas Aguilar, grandes pederastas protegidos por la ICAR en México.

Artículo copiado de Blog Sin Dioses