martes, 16 de febrero de 2010

AVATAR Y LA IGLESIA CATÓLICA


Desde sectores religiosos se le ha prestado mucha atención (indebida, demasiada) a la religiosidad o espiritualidad manifiesta en la taquillera película Avatar, de James Cameron, que ha batido records no sólo de recaudación sino de babeo de fans por su calidad gráfica. En particular los católicos están molestos porque Avatar plantea “el ecologismo como religión”. El film, creen ellos, tiene una clara intencionalidad ideológica:

Según la iglesia católica: "Lo desconcertante de “Avatar”, sin embargo, es la descarada, infantil y hasta ridícula propaganda ecologista, donde cualquiera que no comparte el radicalismo "New Age" de creer en la "madre tierra", es un asesino sicópata…" Tendremos que recordarles que cuando conquistaron América, al que no se convertía lo mataban, o en Europa el que no se "comulgaba" con sus dogmas también lo mataban.

Que Avatar es infantilmente ecologista no hace falta decirlo. De ahí a calificarla de propaganda hay mucho trecho. . Si Avatar fue planeada para algo fue para impresionar visualmente y hacer caja, nada más. Pero quizá a los católicos les moleste que el ecologismo naïf de Avatar tenga más sentido y mejor recepción popular que las trasnochadas declaraciones teológicas sobre el equilibro natural y la “ecología humana” con que Benedicto XVI ha elegido regalarnos de un tiempo a esta parte. Si la idea de que somos todos mala gente porque no nos sabemos cómo conectarnos íntimamente con la Madre Tierra es tonta o presuntuosa, ¿qué decir de la vinculación que ha hecho el Papa entre la aceptación de los anticonceptivos o la homosexualidad y la extinción de la raza humana?


La crítica católica a Avatar se refiere a aspectos teológicos que tienen que ver con la forma de la salvación. El problema que tienen esos argumentos es que los cristianos, como la mayoría de los creyentes de todas las religiones, creen que debemos ser indefectiblemente “salvados”. Debemos ser salvados porque estamos en peligro, y ese peligro nos lo hemos echado encima nosotros mismos porque somos malos, pecadores; llevamos el mal metafísicamente con nosotros. Si nos rendimos al mal, tentación que nos acecha constantemente, nos iremos al infierno.

Éste, creo, es el problema de los católicos. Los Na'vi no tienen pecado original. Son una especie inteligente (como nosotros) que vive en armonía con su medio ambiente (como nosotros podríamos hacer si nos esforzáramos). Con la ayuda de la ciencia, un humano puede escapar de las garras del pecado original que mancha a nuestra especie, transformándose en un Na'vi, en un habitante del Edén. Algo así, si fuera posible, sería una pesadilla para el cristianismo.

Aunque el film no dice una palabra sobre las religiones humanas, sabemos que, si la Iglesia Católica enviara sacerdotes a Pandora, sería en primer lugar para convencer a los Na'vi de que Eywa es un falso dios, para cortar así su vínculo con ella y sembrar luego, sobre el ávido suelo de una cultura mutilada y humillada, las semillas del cristianismo; y en segundo lugar, para bendecir a los soldados y las armas con que se consumaría la destrucción de los Na'vi que se opusieran a la explotación del planeta.

Afortunadamente para las religiones humanas, nuestro mundo es mucho más difícil que el de Avatar, que es un paraíso que probablemente nunca encontraremos.

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